19/04/2024

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Educación

La nueva Nueva Córdoba: la pandemia y la partida de los universitarios cambiaron el barrio

8 minutos de lectura

El barrio Nueva Córdoba siempre fue el punto de la capital cordobesa que nunca dormía, y sus estudiantes universitarios eran el alma de una de las barriadas más grandes de la ciudad. Por la pandemia, esa impronta comenzó a cambiar: los universitarios ya cada vez son menos y la actividad en las calles desaparece prácticamente por la noche.

“¿Alguien sabe dónde puedo sacar fotocopias en el barrio a las 7 de la tarde?”, preguntó esta semana una joven en uno de los tantos grupos de vecinos de WhatsApp que tiene Nueva Córdoba.

Antes del aislamiento social y obligatorio de 2020, y de las sucesivas restricciones de este año, era casi impensado que algunos negocios de esta zona no estuvieran abiertos por la noche: librerías, supermercados, panaderías, quioscos y almacenes atendían por la noche. Incluso algunos con atención las 24 horas, porque siempre había un estudiante dispuesto a comprar algo.

Desde hace unos meses, el barrio de los universitarios comenzó a cambiar y entró en un ritmo aletargado, con menos peatones y también menos negocios. Muchos de los estudiantes que llegaban desde del interior provincial y desde otros distritos (y que sumaban en otros años unos 120 mil jóvenes) retornaron a sus lugares de origen. Ya no alquilan departamentos en Nueva Córdoba y vienen sólo si es necesario.

Hay quienes directamente abandonaron sus cursados y otros que estudian de manera remota en sus lugares de origen, con su familia.

¿Quiénes son hoy los habitantes de Nueva Córdoba? La mayoría son jóvenes profesionales o que están próximos a recibirse y que eligieron quedarse porque también trabajan en la ciudad. Además de personas mayores en grupos familiares reducidos que prefieren vivir en departamentos y no tan alejados del Centro.

Basta con caminar sus calles para ver que los universitarios ya no ocupan todos los canteros del Buen Pastor ni del Parque de las Tejas. Las paradas de los colectivos son más bien de trabajadores de la zona. Y los negocios son la postal de la crisis que nos deja la pandemia: bares y boliches reconvertidos en verdulerías y en almacenes, locales cerrados y muchos departamentos con carteles en alquiler.

La vida nocturna pasa por las fiestas en los departamentos, la comida después de las 20 se pide por Pedidos Ya o por Rappi, y las calles casi no evidencian movimiento. No sólo por la pandemia, sino porque hay otro factor que marcaron sus habitantes: el miedo, porque cada vez hay más arrebatos y robos.

Matías Sosa es un joven que vive desde hace 21 años en el barrio y es el presidente del centro vecinal de Nueva Córdoba. Nunca, en los años que reside en la zona, vio tantos cambios, según relata.

“Tenemos tres tipos de habitantes en cuanto a la población de Nueva Córdoba: residentes permanentes, los que están son aquellas familias que llevan muchos años; los transitorios, que son los que realizan los alquileres, como los estudiantes; y los habitantes de paso que usan Nueva Córdoba para venir al comercio, para una actividad del día. Hoy la población de los universitarios es la que se vio más reducida”, contó Sosa.

Entre los cambios que se viven en este barrio, se evidencia la afectación de la vida nocturna por las restricciones, pero también la crisis en la actividad comercial en el día. “La pandemia afectó a Nueva Córdoba, no sólo porque impactó con la crisis económica, sino porque las clases no retornaron y eso hizo que se afectaran los comercios y que menguara el alquiler de departamentos, ya no se renuevan contratos, sino que se rescinden. Hoy se nota en la poca circulación de la gente”, Sosa.

“Es una zona de mucha actividad comercial afectada por el impacto de la disminución en la población y por las restricciones, por lo que algunos continúan y otros ya no siguen porque tienen alquileres que afrontar y una carga impositiva alta”, resumió Sosa.

“Se nota la desolación, la nostalgia de los tiempos en los que se podía bajar a las 2 de la madrugada a comprar un helado, a las reuniones después de las 22 con amigos, con mates, con cerveza. Todo lo que hacía a este barrio y lo diferenciaba de los otros”, explicó.

Qué dicen los que se quedaron

A la vuelta de los estudiantes a sus hogares de origen se le sumó, además, que hay inquilinos que optaron por mudarse a barrios más económicos, como Alberdi, Observatorio o General Paz.

“Vivo hace ocho años en Nueva Córdoba y sigo porque terminé mi carrera y trabajo en la ciudad, pero mis amigas, que siempre vivieron en el barrio, se fueron a sus pueblos. La pensión en la que vivía una de ellas ya no abre por la pandemia, y otras se fueron a barrio General Paz”, contó Sofía Sobrino, una diseñadora gráfica que aún sigue en Nueva Córdoba.

“Disminuyó el movimiento, especialmente después de las 7 de la tarde y los fines de semana por la noche. En mi edificio hay menos juntadas, cuando antes eran más comunes. Yo termino de trabajar a las 6 de la tarde, y si bien ahora se extendió hasta las 7 (el horario comercial), no podía hacer las compras porque trabajaba a la mañana y a la tarde. Así que a veces tenía que pedir a alguien que me las hiciera. Esto cambia la rutina. Igual, cerca de mi casa, por suerte, siempre hay algún drugstore abierto”, relató Agustina Fernández, que es de Salta. Ella decidió quedarse para estudiar y dar clases de español online.

Gastón Ibáñez es de Misiones y se vino a vivir a Nueva Córdoba para estudiar Ingeniería Agrónoma. También coincidió en que las formas de organizarse cambiaron.

“En mi edificio ahora se ha normalizado, pero el año pasado no hubo nadie. La gran mayoría de mis compras son por internet, lo único que compro personalmente es lo del súper”, relató. “Todo cambió porque muchos bares cerraron y otros se reinventaron, como Wachitas, que era un bar-boliche y ahora es mi verdulería. Me sigo quedando porque tengo mi departamento, esta es mi casa por más que tenga también en Posadas”, describió.

Casi sin vecinos

Nicolás Kuitka, que es músico y vive cerca del parque Sarmiento, contó que cambió mucho la relación entre los vecinos cuando el edificio comenzó a deshabitarse en pandemia.

“Mi departamento tiene frente y contrafrente, por lo que veo vecinos de los dos lados. De la parte de atrás, dejé de ver gente en la cuarentena porque todos esos departamentos se vaciaron. Y en los del frente había quedado un solo departamento habitado, cuando eran como 30. Algo loco que me pasó es cuando veíamos a los del frente, que son tres hermanos muy parecidos. Les decíamos los tres pelados. Teníamos una rutina y todos los días, sin intercambiar mucho, nos saludábamos a la mañana y a la noche. Eso se cortó ahora y volvimos a ser extraños”, describió.

Julián Gómez vive y trabaja en un emprendimiento de comidas en Nueva Córdoba y es de los que extraña la vida anterior a la pandemia. “El movimiento en el barrio en estos días, si bien se activó un poco, no volvió a ser el mismo que en la prepandemia. No se escucha ni se ve tanto bardo como antes en la calle. Los quioscos cierran antes, eso genera menos circulación también. Las restricciones horarias te obligan a hacer todo más temprano, desde las compras para el hogar hasta ir a tomar una birra”, dijo.

“Estamos viviendo una transición entre odiar todo esto y acostumbrarnos a ciertas cosas que antes ni se nos cruzaban por la cabeza”, aseguró.

Los que no volvieron

“Cuando empezó la pandemia, me volví a mi ciudad sólo con la computadora porque quería estudiar para un final y porque pensé que lo del coronavirus duraría unas semanas, pero no fue así. Por el aislamiento recién volví al departamento en noviembre de 2020, busqué mis libros y ropa, seguí cursando virtual, pero todo el año pasado fue caótico”, contó Sol Meyer, estudiante de Derecho.

“El segundo semestre de 2020 fue un poco mejor en los estudios, pero seguía la incertidumbre, así que no volví al departamento en Nueva Córdoba –agregó–. Algunos compañeros, como yo, se pudieron volver; otros se quedaron y se les hizo muy duro. Cuando volví y me encontré en Nueva Córdoba con una compañera en la calle, me dijo: ‘Acá no hay nadie’. Es así de raro ver a Nueva Córdoba tranquila”.

Cómo impactó en los alquileres

Ese sentimiento de que nada en el barrio es igual también se refleja con claridad en las operaciones inmobiliarias. Virginia Manzotti, presidenta del Colegio Profesional de Corredores Inmobiliarios de Córdoba, contó que se observó el movimiento de estudiantes que regresaron a sus ciudades, pero que desde hace unos días se activaron las consultas por alquileres en Nueva Córdoba para el segundo semestre de 2021.

“Notamos que hay muchas preguntas de estudiantes que están planificando volver, que en el segundo semestre y con más vacunación están apuntando a regresar. Se da también que estamos alquilando a profesionales jóvenes que no se quieren ir de Nueva Córdoba, o bien que se han recibido y no se quieren ir de la zona”, explicó.

Malu Jongewaard de Boer, de Jongewaard Inmobiliaria e Inversiones, comentó que los colegas administradores y corredores coinciden en que hubo una salida de estudiantes hacia sus lugares de origen que impactó en el barrio. “Algunos decidieron no tener más el departamento, mientras que otros lo siguen manteniendo, pagan sus expensas, aunque ya no viven en Córdoba desde el año pasado porque cursan en forma virtual. También notamos que antes vivían solos y hoy buscan acortar gastos y compartir departamento si es que no van a estar todo el tiempo en Córdoba”, precisó.

Sebastián Viqueira, de la Cámara de Propiedad Horizontal de la Provincia de Córdoba, dijo que es apresurado hablar que Nueva Córdoba ya no es el barrio de los estudiantes por naturaleza y prefiere pensar que está en una transformación. “La pandemia afectó en general a la propiedad horizontal porque hay gente que, al no tener clases presenciales, las está siguiendo de manera virtual y se vuelve a sus localidad de origen. Otros buscan lugares con más patio, aunque no veo un cambio de perfil en el barrio, sí con el tiempo se van ocupando los lugares, pero deberíamos esperar para ver qué sucede cuando retornen las clases presenciales”, expresó.

Este informe contó con la colaboración de Belén Pretto y Alejandra González

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