Levantar a la Argentina como lo hicieron Néstor y Cristina, por Wado de Pedro

Hasta que llegó Néstor Kirchner a la presidencia, nuestra generación no encontraba el modo de creer en la política. Nos organizábamos para resistir, para reclamar, para exigir, para intentar pararle el carro al neoliberalismo, pero hasta su irrupción, el ejercicio de imaginar otra Argentina, de pensar que los sueños que teníamos podían cumplirse, era, prácticamente, una fantasía.

Había tantas urgencias que no había tiempo para soñar.

Néstor llegó al gobierno con más desocupados que votos, como le gustaba decir. Hace veinte años, exactamente. Y a partir de ese lugar de debilidad que parecía difícil de revertir, reconstruyó la autoridad presidencial y comenzó un largo ciclo virtuoso que le devolvió la esperanza y la autoestima a millones de argentinos y argentinas.

Encontró un país roto por donde se lo mire: con casi 60% de pobreza, con alrededor de 11 mil millones de reservas netas, con casi 20 % de desocupación, con una Argentina endeudada y condicionada por el FMI.

Cuatro años después, gracias a las políticas de recomposición del salario, bajó la pobreza más de 20 puntos (37%), la desocupación la redujo al 7,8%, cuadriplicó las reservas y pagó el total de la deuda con el FMI: Mejoró todos y cada uno de los indicadores económicos, sociales y políticos. Pasamos del infierno a un país normal.

Néstor asumió y no tardó en dar las discusiones y tomar las decisiones que había que tomar para mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo. Las convicciones no podían quedar fuera de la Casa Rosada; las promesas de campaña, tampoco.

Sus primeras medidas fueron decisiones incómodas y que mantenían un carácter concreto y a la vez simbólico. Cada decisión fue un hecho político a favor de los argentinos y cada intervención que marcó el rumbo, nos dio la fuerza para volver a creer, luego de tantos años de frustraciones.

Sobran ejemplos: desde la inmediata solución de un conflicto docente que ya llevaba meses de indefinición en Entre Ríos hasta su firmeza democrática para fortalecer las instituciones y llevar a juicio político a la Corte de mayoría automática, cómplice de las políticas que tanto daño nos habían hecho.

A pesar de las presiones y los pliegos de condiciones que pretendieron disciplinarlo, a pesar del contexto y las circunstancias heredadas, generó políticas para reactivar el aparato productivo y saldó deudas de las más diversas. Con los jubilados y con los jóvenes, con los trabajadores y con los empresarios. Con los más débiles y los desprotegidos.

Tuvo la grandeza de pedir perdón en nombre del Estado Nacional por las atrocidades de la dictadura cívico militar y la valentía de reparar una deuda simbólica con toda una generación que fue víctima del terrorismo de Estado.

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